Haití y la ética periodística

(Publicado el 18/01/2010)

Aunque ahora lo que de verdad importa son las víctimas (los fallecidos, sus familiares, los heridos y los miles de desamparados – todavía más, como si ya no hubiera bastantes-) que ha dejado el terrible terremoto que devastó Haití la semana pasada, el desempeño de los medios de comunicación en la cobertura del desgraciado acontecimiento ha traído a colación, una vez más, el tema de la ética periodística. A menos en lo que hace a los grandes medios españoles (grandes por facturación, tirada/audiencia y tamaño, y cada vez menos grandes en lo que respecta a la calidad) la nota dominante ha sido el sensacionalismo, el morbo y lo explícito de las imágenes. Ha sido así particularmente en los medios televisivos que, salvo algunas excepciones, han hecho uso y abuso de los primeros planos de cadáveres y moribundos, saltándose a la torera no solo la ética y hasta la estética periodística sino – y lo que es más grave- la dignidad de esos muertos y esos heridos.

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De culos y periodismo

El culo es el mensaje. El diario El País reflejó la visita de Sarkozy con una foto de las posaderas de la primera dama francesa y las de la Princesa de Asturias en portada.

El culo es el mensaje. El diario El País reflejó la visita de Sarkozy con una foto de las posaderas de la primera dama francesa y las de la Princesa de Asturias en portada.

(Publicado el 18/09/2009)

La prensa escrita, esa que se escribe a diario, está cada vez peor. En líneas generales, y aunque queden algunas excepciones, se puede afirmar que el nivel de la prensa escrita ha dado un bajón notable en su calidad en los últimos años. No hay cabecera que no incluya algún titular, noticia o columna absurdo, superficial o directamente estúpido. Y eso por no hablar de las erratas y los errores de ortografía, a menudo escandalosos. Así, lo que antes era exclusivo de los tabloides más sensacionalistas ahora lo hacen incluso los diarios más prestigiosos y renombrados.

Son muchas las causas que han llevado a la prensa a este estado, que por momentos resulta desasosegante. La necesidad de competir con la radio, la televisión e Internet, sumada al afán por captar el interés de los lectores, ha hecho que los periódicos generalistas fueran modificando tanto sus criterios sobre lo que se puede publicar y lo que no, como las jerarquías que determinan la importancia y el orden en que aparecen las noticias.

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