(Publicado el 18/01/2010)
Aunque ahora lo que de verdad importa son las víctimas (los fallecidos, sus familiares, los heridos y los miles de desamparados – todavía más, como si ya no hubiera bastantes-) que ha dejado el terrible terremoto que devastó Haití la semana pasada, el desempeño de los medios de comunicación en la cobertura del desgraciado acontecimiento ha traído a colación, una vez más, el tema de la ética periodística. A menos en lo que hace a los grandes medios españoles (grandes por facturación, tirada/audiencia y tamaño, y cada vez menos grandes en lo que respecta a la calidad) la nota dominante ha sido el sensacionalismo, el morbo y lo explícito de las imágenes. Ha sido así particularmente en los medios televisivos que, salvo algunas excepciones, han hecho uso y abuso de los primeros planos de cadáveres y moribundos, saltándose a la torera no solo la ética y hasta la estética periodística sino – y lo que es más grave- la dignidad de esos muertos y esos heridos.